... Había una pileta de natación, hermosa y muy grande cuya agua era adictiva, la gente se metía y a al nadar, el inmediato contacto del agua con la piel hacía que no pudieran dejar de nadar, yo miro desde afuera, como la gente nada, goza, se agota y termina ahogándose, nadie puede ni quiere salir, se los ve eufóricos, pienso en como los envidio por ese estado de goce y que suerte que tengo de no sufrir esa compulsión por el nado y me muero de la intriga y tengo ganas de saltar y nadar en ese agua.
Finalmente pienso: "un solo chapuzón y listo, salgo", dudo unos segundos y me tiro de cabeza, me despierto pensando en que metáfora pedorra sobre las adicciones acabo de soñar y me río de mí...